"Concédeme, Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para distinguir las unas de las otras". Kurt Vonnegut, Matadero cinco

31/7/14

¿Qué estoy haciendo?

Hacía como siglos y siglos que no me pasaba por aquí... Quizá es porque no sabía muy bien qué decir o sobre qué escribir, pero bueno, si sigo así este blog va a desaparecer, y eso no puede ser, vaya.
Llevo, según como se mire, un año en blanco. Acabé la universidad el año pasado. No he encontrado un trabajo. Es un poco mi culpa, porque tampoco sé qué es lo que busco. Por ejemplo, podría estar intentando dar clases de inglés (se supone que he estudiado idiomas). Y cuando digo dar clases no me refiero a clases particulares, sino plantearme estudiar el máster y hacerme profesora en condiciones. Pero eh, si algo tenía claro cuando entré a la universidad era que no sería profesora. Si hubiera querido eso desde el principio me habría metido a Estudios Ingleses. Nunca quise ser profesora. ¿Por qué? Por muchas cosas, pero creo que la más importante es porque no tengo vocación. He tenido a lo largo de mi vida muchos profesores que o a través de su actitud o incluso porque ellos mismos lo admiten, no tienen vocación. Nunca quisieron pasarse la vida metidos en un aula con veinte niñatos de los cuales tal vez diez como mucho se comporten y muestren un mínimo interés. Y ¿qué pasa cuando te metes a profesor sin motivación y sin vocación? Muchas cosas. Estás cabreado, frustrado. Enseñas sin ganas. Muchas veces enseñas hasta mal. No te interesa si los alumnos te están entendiendo o no, solo terminar la clase cuanto antes y acabar para irte a casa. Yo no soy así. No quería ser así. No quería ser la culpable de que alguien se sintiese tonto o que le cogiera asco a algo por mi culpa (por ejemplo, gracias a la mayor parte de profesores de francés que he tenido, le tengo algo de tirria, cuando era una de mis asignaturas favoritas del instituto u.u). Conclusión: creo que ser profesor es una gran responsabilidad de cara a la sociedad y creo que si de entrada no es algo que te guste no deberías dedicarte a ello. A mí me gustan los idiomas. Me gusta leerlos, escribirlos, aprenderlos, usarlos para comunicarme con las personas. Pero no me gusta enseñarlos y no me gustaría estar toda la vida enseñándolos. Es así, es triste, pero es así ^^"

Por lo que, cuando aún estaba en mi último año de uni, me enfrenté a la angustiosa decisión de "qué demonios hago yo ahora, socorro". Tenía que pensar en las posibles salidas que me ofrecía la carrera que había escogido estudiar. ¿Qué me había enseñado mi carrera? Algo de lingüística, algo de literatura, algo de retórica, inglés, francés... Mi problema es que, aunque me encanta aprender este tipo de cosas, no soy capaz de encontrarles una utilidad en la vida real y palpable que corre alrededor de todos nosotros. ¿De qué me sirve saber quién escribió The waste land en la vida real? ¿Saber que el ruso es una lengua eslava y el finés una finougria me va a ayudar a hacer la compra? Y así podría seguir un rato, si no fuera porque la mayoría de las cosas que aprendo las termino olvidando con el tiempo (yo no quiero, es mi cerebro, por lo visto elimina lo que no hace falta. Pero nadie me pregunta a mí, claro ¬¬). El último año di Edición y Revisión de textos. Resulta que se me suele dar bien la ortografía y la ortotipografía, soy algo maniática con eso. Y pensé "bueno, a esto no me importaría dedicarme". ¿Corregir los errores de otros? ¿Por qué no? Me gusta el mundo editorial, me gustan los libros bien editados. Pensé que podría dedicarme a corregir pruebas. Y así, al terminar la uni, me metí a un curso de Corrección de textos. El curso estuvo genial. El problema es el poco presupuesto para empezar con ello (presupuesto nulo, va, seamos honestos). Luego hice un curso online de Narrativa, donde me enseñaron lo típico, qué es la ficción, los distintos tipos de narrador, la búsqueda del tema en una novela, personajes, la trama... 

En resumidas cuentas, te preguntarás "¿y todo lo que has hecho te ha servido para algo? A fin de cuentas, llevas un año en el paro y no parece que las cosas vayan a cambiar..."

Pues como hoy estoy optimista, te diré que sí. Sí, todo esto ha servido para algo. A me sirve.
Veamos, ¿qué es lo que me gusta? ¿Qué me gustaría hacer con mi vida? Quiero ser escritora. Algunos creen que ya lo soy, porque llevo años escribiendo, porque tengo muchas historias terminadas, porque algunas las he enviado a concursos literarios. Otros supongo que no me verán como una escritora hasta que consiga publicar algo. ¿Cómo me veo yo? Depende del día. No sé si puedo llamarme escritora o no, solo sé que tengo doce historias terminadas y que llevo intentando publicar desde que terminé la número siete. No sé si aún estoy lista o no, pero no por ello voy a parar de intentarlo. Sé que gracias a ir a la universidad conocí a Virginia Woolf y que su forma de escribir en Las olas me influenció para mi historia número ocho. Sé que gracias a ir a clase de Edición y Revisión de textos aprendí muchas cosas que me sirvieron para mejorar la presentación de mis trabajos y de mis manuscritos. Sé que coger Escritura creativa como optativa me ayudó a reafirmar mi visión de la escritura, de por qué escribo y de por qué escribo como escribo. Sé que en Crítica literaria aprendí a justificar por qué me gusta o no me gusta una historia, a considerar todas sus variables (personajes, trama, contexto, todo). Sé que en el curso de Corrección aprendí aún más cosas que en Edición, como mis eternas dudas sobre la puntuación en los diálogos. Sé que en el curso de Narrativa di lo mejor de mí para comprender la diferencia entre conflicto, crisis y clímax en una historia (no sé si lo conseguí xD). 

Lo que quiero decir es que, aunque a lo mejor todo lo que he aprendido en mi vida y en estos últimos años no me ha aportado ninguna finalidad práctica para la vida real, sí que me ha servido para mi propia meta personal, que es escribir. Y si de veras quiero dedicarme a ello, invertir mis esfuerzos en practicar y aprender a hacerlo lo mejor posible no es tan descabellado, ¿no? Sé que es una locura, pero hay personas que opinan que para mejorar en lo que quieres y conseguir lo que te propones hay que arriesgarse, poner todo tu corazón en ello y dedicarte al cien por cien. 
Y eso es lo que estoy haciendo y lo que he intentado hacer durante este año "en blanco". Lo pongo entre comillas porque en cuanto a mi vida como escritora no ha sido un año en blanco. El verano pasado comencé mi historia número once y la terminé en octubre del mismo. Es la historia más larga que he hecho nunca y para mí fue todo un logro después de la mala racha que pasé a principios de ese año. Este año comencé y terminé la historia número doce, que para llevar la contraria es la más corta que he escrito a ordenador.
Cada historia terminada es un triunfo para mí. Cada vez que termino una pienso que tal vez sea la última, hasta que aparece la idea para otra. Una vez tengo la idea, pienso que quizá podría cansarme de la misma y quedarse todo en nada. Por eso terminar es un triunfo. Lo he vuelto a conseguir. He hecho algo. He creado algo.
También empecé a estudiar japonés por mi cuenta. ¿Por qué? ¿No sería más normal intentar no perder el inglés, repasar francés y proseguir con lo poco que aprendí de alemán el verano pasado?
Cierto. Pero yo estoy como una cabra. Me guío por lo que me gusta sin saber si sirve o no. ¿Qué estoy intentando probar con aprender japonés por mi cuenta? Creo que intento demostrar y demostrarme que tengo virtudes, cualidades que podrían aplicarse en otros contextos. Disciplina. Constancia. Capacidad de organización por encima del caos extremo que gobierna mi cabeza. Es como si me dijese "si eres capaz de aprender algo de japonés, si has sido capaz de aprender dos silabarios y de reconocer unos doscientos kanjis (que hay unos tres mil, así que jeeeeeee), entonces eres capaz de otras muchas cosas aunque tú no lo creas".

¿Qué estoy haciendo?

No lo sé. Intentar abrirme camino. O encontrarlo, no sé.
¿Quién puede responderse a sí mismo esa pregunta, de todas formas?










(Lo cual no quita el hecho de que necesito un trabajo. Lo sé, lo sé).